Como soy algo masoca, en un mes lo subí dos veces, la primera vez solo, y la segundo con mi hijo. Tan hermosa es está excursión que a pesar del gran esfuerzo valió la pena. Es de las más bonitas rutas del Pirineo aragonés.
Nos alojamos en Siresa, en el hotel Castillo de Acher, donde se come de maravilla y la atención es inmejorable. De buena mañana, nos internamos en la Boca del Infierno, donde la carretera se estrecha considerablemente y llegamos a la Selva de Oza. Dejamos el coche en el campamento Ramiro El Monje, y por detrás sube la pista de la Espata. A los 2 km de subida cogemos el camino a la izquierda, siempre subiendo por un inmenso bosque de hayas.
Al salir del bosque, y siempre sin cesar de subir, llegamos al Refugio de Acher. Allí vemos la imponente muralla de una fortaleza natural de piedra, que pensamos que es imposible de subir. Sin embargo, a la izquierda vemos una brecha.
Continuamos, siguiendo siempre marca del GR hasta llegar a una enorme roca que nos indica torcer a la izquierda dejando el GR, y guiados por caínes (hitos), que nos llevan por medio de una zona de rocas rojizas de piedra suelta, con una pendiente considerable llegamos a la brecha que nos dejará ascender a la parte superior de la montaña. Una vez arriba, vemos que es una inmensa terraza inclinada, llena de sumideros y hoyos, en la que abundan las cabras montesas. Allí mi hijo me empuja para llegar a la cumbre final por un senderillo que sale por la derecha.
Las vistas son impresionantes, Peña Forca, el Bisaurín, la Selva de Oza, Chipeta, Petrechema…
Y cuando ya nos hemos llenado los ojos las maravillas que hemos contemplado, iniciamos el descenso que todavía nos quedarán unas 3 h de caminata.
Al final del descenso, y antes de llegar al coche, pasamos a ver La Corona de los Muertos, que es un emplazamiento funerario que data del neolítico.
El Castillo de Acher, cima aislada, tiene una vista imponente desde donde se mire. Hice unas fotos desde Peña Forca y desde Chipeta Alta.
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