El pasado junio de estuvimos dando un pateíto por la zona de Navajas, visitando el embalse del Regajo, la Fuente de los Baños y el Salto de la Novia (puedes ver la ruta aquí).
Tras una mañana de senderismo y mucho sol y calor llegó la hora de comer, un poco tarde, y tras el calor pasado esa mañana, teníamos que compensar el esfuerzo 😀 así que pensando donde poder comer nos acordamos de un lugar muy rico que no queda nada lejos de Navajas y al que ya hemos ido tres o cuatro veces con anterioridad, se trata de “La senda de las Brasas”, un bonito restaurante ubicado en la vecina localidad de Segorbe.
Se trata de un pequeño restaurante familiar ubicado, como os comentábamos, en Segorbe, en la zona centro/alta del pueblo, concretamente en la Calle del Obispo Canubio.
El local destaca por su decoración a modo de “comedores vintage” que le da un toque muy acogedor y la distribución de las mesas hace que, aunque esté lleno, mantengas una cierta intimidad y te encuentres relajado y a gusto (nada de unas mesas pegadas con otras y conversaciones ajenas en el cogote).
El servicio amable y rápido, cosa de agradecer, ya que en nuestro caso, aunque las veces que hemos ido el restaurante nunca ha estado especialmente lleno, apenas hemos tenido que esperar entre un plato y el otro.
La primera vez que fuimos entramos de casualidad, era “La fiesta de la Tapa” de Segorbe, así que comimos tapas, pero unas tapas muy bien trabajadas y deliciosas servidas en unas placas de pizarra.
Las siguientes veces siempre hemos comido a la carta, aunque cuenta con un menú excelente por 15€ + IVA, bebida aparte.
Hemos ido hemos probado diferentes platos, aunque a nuestro gusto os destacamos como entrantes el “Pulpo a la brasa”, que está delicioso, las “Colitas de gamba a la sal” y el “Foie macerado al oporto”.
En cuanto a la comida, aparte de la excelente “Olla Segorbina” (que suele estar formando parte del menú), si visitáis este restaurante no dejéis de probar las “Carrilleras con salsa de setas”, “el solomillo de ternera a la brasa” o el “chuletón a la piedra”.
Recuerda guardar un huequito para los postres porque en pocos lugares hemos probado postres más ricos que aquí. Se nota que son caseros y si tuviésemos que elegir alguno, posiblemente fuesen las “Torrijas”, no es que nos matasen antes de probar estas pero … una vez las probamos …. Uffff, buenísimas (ahora mismo es la hora de la merienda y estamos salivando solo de pensar en ellas jajajajaja.).
En resumen, un local muy recomendable, agradable y acogedor, con buen servicio y que aunque si te sales del menú no es barato, realmente estas pagando lo que comes.
Nosotros seguro que volveremos cuando estemos cerca.
Aunque no lo he probado, todo tiene una pinta buenísima.Prometo ir a la menor oportunidad.