Esta ruta nos llevará desde el pueblo de Gea de Albarracín a Albarracín por el antiguo «Camino de Albarracín a Gea de Albarracín» y regresaremos al punto de origen por pistas que nos llevarán por la zona protegida de los Pinares del Rodeno, un entorno espectacular, más si se realiza en un día nevado como tuvimos la suerte de hacerlo nosotros.
Se trata de una ruta técnicamente sencilla, ya que casi toda transcurre por pistas de tierra, con algún tramo más estrecho y con el firme más «roto» pero sin dificultad destacable. A nivel físico tampoco es una ruta dura (algo se endurece al pedalear sobre la nieve), ya que el recorrido es relativamente corto (unos 24Km) aunque encontraremos en el tramo inicial unas rampas muy duras que pondrán a prueba nuestras piernas.
Por cierto, si no conoces Albarracín no dejes de visitarlo y dedicarle al menos un día completo, es uno de esos pueblos tan bonitos que se te quedará grabado en la memoria.
Vamos allá.
Como hemos dicho la ruta se inicia en Gea de Albarracín, un pequeño municipio Turolense situado junto al río Guadalaviar.
En nuestro caso aparcamos en la parte alta del pueblo, en la misma carretera A-1512 que lo atraviesa.
Mientras estábamos descargando la bici del coche estuvimos apunto de abandonar, la rasca que hacía era terrible, el termómetro marcaba -6ºC pero las rachas de fuerte viento hacían que la sensación térmica fuese de -1000ºC, ufffff, creo que ha sido una de las ocasiones en las que más frio he pasado y eso que no soy muy friolero.
Una vez descargada la bici nos dejamos caer por dentro del pueblo hasta el rio y cruzar sobre él para seguir durante unos 100m hasta encontrar una bifurcación, punto en el que tomaremos el camino de la derecha, siguiendo un indicador «Area Recreativa de la Casilla de Gea 4Km«, que nos llevara por carretera asfaltada hasta abandonar el pueblo en poco más de 300m.
Ahora la carretera se convierte en una amplia pista de tierra en muy buen estado que aproximadamente unos 750m después vuelve a bifurcarse en dos caminos. Tomaremos de nuevo el de la derecha (el regreso lo haremos por la izquierda).
Comenzamos a pedalear todavía congelados, parece que no tenemos dedos en las manos (y eso que bajo los guantes largos de ciclismo llevo unos cortos de lana) pero gracias a dios sale el sol y la cosa se hace algo más llevadera.
Al poco llegamos a un tramo con unos rampones con un desnivel importante, que contribuirán a que entremos en calor y nos olvidemos del frio, al menos de momento.
Frente a nosotros, a lo lejos, vemos las inconfundibles formaciones rocosas de los Pinares del Rodeno, por las que nos internaremos a la vuelta. Seguimos pedaleando y unos 800 metros después vemos una senda con muy buena pinta que parece ir hacia el mismo lugar al que nos dirigimos por pista, pero entre que voy apurado de tiempo, solo y esta nevado, prefiero ceñirme al camino «seguro» y seguir el ascenso por pista y dejar la senda para otra ocasión.
Por lo tanto dejamos la senda nuestra izquierda y seguimos por la pista, en todo momento cubierta de una capa de nieve no muy gruesa que no nos impide pedalear con bastente fluidez y que le da a la ruta una magia especial.
De nuevo unos rampones de órdago que ponen a prueba nuestras congeladas piernas. Los subimos justitos de fuerzas sin poner pie a tierra y seguimos camino con algún tramo más llano para recuperarnos un poco, alguna bajadita y de nuevo alguna subida considerable. Aquí acaba la parte dura de la ruta.
Aproximadamente en el Km 5 de ruta comenzamos a ver atisbos del inconfundible paisaje del Ródeno, con sus piedras rojizas redondeadas, que junto con la capa de nieve que cubre la escena le da un aspecto encantador al camino, aunque unos cientos de metros más tarde este paisaje desaparece dando lugar de nuevo al paisaje árido y duro que domina gran parte de Teruel.
En nada llegamos a «Las parideras del portichuelo» y desde aquí el camino se hace bastante llevadero dado a que además de desniveles mucho menores, el firme, a pesar de estar cubierto de nieve, es muy fácil de rodar (eso si, en nuestro caso permanecemos siempre alerta para evitar algunas placas de hielo con las que ya hemos tenido alguna mala experiencia en forma de luxación de coxis, jo*** como duele).
Pasamos junto a un indicador que nos muestra que tan solo faltan 2Km para llegar a Albarracín y en nada, desde lo alto, nos encontramos frente a nosotros una maravillosa panorámica del precioso pueblo con su Iglesia y sus murallas.
Tras un descansito para disfrutar de las vistas (no muy largo porque hace un viento gélido que nos deja tiritando) emprendemos un rápido y divertido descenso hacia el pueblo por una pista/senda con un firme bastante irregular aunque nada complicado, siempre atentos a no pisar zonas de hielo entre la nieve.
En nada llegamos al pueblo de Albarracín. La escena parece salida de «El día de mañana», el pueblo parece estar congelado. El asfalto esta totalmente helado, los tejados de las casas blancos, los pocos vehículos que hay tienen que circular con cadenas y de las rocas de la pared se descuelgan carámbanos de hielo.
Mientras paramos en el puente de entrada a admirar la escena y sacar unas fotos, un señor que camina con cuidado para no resbalar por el hileo dice: «¿qué, zagal, hoy parece que hace un poco de fresco eh?, ¡tendrás que echarle unas cadenas a la bicicleta esa!», jajajaja, «un poco de fresco …», no quiero saber como será cuando haga mucho frío. La gente de estas tierras, además de amable y cordial es dura como el acero.
Desde aquí deshacemos unas decenas de metros el camino y volvemos al punto por el que entramos al pueblo (el Arrabal) para tomar a nuestra derecha una carretera local que nos lleva hacia el Paisaje Protegido de los Pinares del Ródeno.
En nuestro caso, aproximadamente tras pedalear 3Km por la carretera, (en gran parte helada, por lo que siempre intentamos hacerlo por las zonas con nieve sin pisar para evitar patinazos) vemos un indicador al «Mirador del Cabrerizo 250m«, por lo que nos desviamos para llegar a él y descubrir unas vistas espectaculares del paisaje Rodeno. Tenemos frente a nosotros un enorme acantilado en el que las areniscas rojas han sido moldeadas por el viento y el agua dando lugar a unas formas redondeadas preciosas entre las que se levantan multitud de pinos prácticamente en vertical.
Tras las fotos de rigor, volvemos a la carretera y seguimos pedaleando por un asfalto cubierto totalmente por la nieve durante aproximadamente otros 3Km. Es asfalto, pero al estar cubierto por la nieve y transcurrir por un entorno boscoso precioso, y sin tráfico, la sensación que tenemos es la de ir por una pista forestal nevada.
Justo antes de abandonar la carretera para tomar una pista de tierra en un pronunciado giro a izquierda nos encontramos con dos chicas en apuros que se habían aventurado a ir en coche por esa carretera nevada quedándose atrapadas en la nieve. Por suerte, aunque no sabían ponerlas, llevaban cadenas, así que en un periquete, cadenas puestas, chicas rescatadas y seguimos camino.
Ahora comienza la parte más bonita de la ruta paisajísticamente hablando. Nos internamos de lleno en el Ródeno y nuestro camino, siempre cubierto de nieve nos lleva durante todo el rato junto a enormes paredes de arenisca roja que no podemos parar de admirar. Para los que no somos de la zona y no estamos acostumbrados a ellas son una auténtica maravilla. Sin darnos cuenta llegamos al «Barranco del chopo», desde donde mientras vamos pedaleando poco a poco se va «diluyendo» el paisaje ródeno hasta desaparecer completamente, casi al tiempo que llegamos a la bifurcación que dejamos a nuestra izquierda al inicio de la ruta.
Tras algo menos de 2Km estamos de nuevo en el coche con una sonrisa de oreja a oreja. A pesar del «fresco», el haber podido hacer esta ruta con el paisaje nevado a sido una auténtica pasada.
Fin de la ruta
Riders: Gabi
DESCARGA EL TRACK EN GPX: Gea-Albarracin-Gea
FOTOS DE LA RUTA