ATENCIÓN: Esta ruta no es apta para la mayoría del público. A pesar de que buena parte de la misma transcurre por pista de tierra hay largos tramos de bici-montañismo, tramos bastante técnicos e incluso alguno algo peligroso para ser realizado en bicicleta si no estás acostumbrado a este tipo de rutas.
Además no te aconsejamos en absoluto que la hagas en solitario, ya que hay zonas sin cobertura móvil y una caída en algunos puntos puede tener consecuencias serias.
Si lo deseas puedes realizar los tramos más espectaculares de esta ruta en diferentes excursiones a pie disfrutando de excelentes jornadas de senderismo.
Realmente esta ruta comenzó 6 meses atrás, cuando pensé que era un buen momento “climatológico” para organizar unas saliditas por la Sierra de Albarracín y enseñarles mi segunda patria a unos buenos amigos.
Lo propuse y en aquel momento 2 valientes no dudaron en apuntarse y acudir raudos a la llamada de “¿Alguien se apunta a rutear por los reinos de Teruel?, tengo un par de rutas bien chulas»
En realidad solo tenía una ?, una ruta preciosa, de mis favoritas, llena de paz, tranquilidad, agua, ciervos y unos bosques increíbles, la otra… la otra solo la tenía dibujada sobre un mapa, pero había visto algunas imágenes por Internet y había lugares con una pintaza increíble, eso sí, no sé por qué siempre iba la gente a pie, mi idea era ir en bici ?, si llegas andando puedes llegar en bici”.
Así que allí vinieron los susodichos valientes (Jordi y Oscar) y quiso el destino que cambiásemos el orden que teníamos establecido para las rutas:
Primero hicimos la preciosa ruta por la zona de Bronchales y al día siguiente haríamos “El Coño de la Bernarda (la ruta “dibujada”) .
Y el mismo destino que allí nos había reunido nos jugó una mala pasada: el segundo día al despertar había caído una nevada acojonante (si, en abril) y hacía una ventisca terrible, con lo que tuvimos que abortar la misión.
Despedimos el finde con “queda pendiente” de la boca de Jordi y lamentos hacía mis adentros: “para una vez que engaño a dos incautos… seguro que queda en el olvido y no la hacemos”.
¡Pero no!, un par de meses más tarde pitó el Whatsapp, era Jordi y allí ponía “Oye, tenemos el Coño de la Bernarda pendiente, ¿cuándo lo hacemos?”. No me lo podía creer, iban a picar 2 veces el anzuelo, eso pasa en contadas ocasiones!!!!
Así que cuadramos agendas y a los 3 nos era posible el primer finde de Octubre por lo que dicho y hecho, fijamos la fecha.
El campo base estaba en el pueblecito de mi señora: “Villalba Alta” un poco alejado del inicio de la ruta, pero así podíamos estar tranquilos y además no gastarnos un duro para poder invertir todo nuestro capital en cerveza (bueno además Aurora chantejeó a los invitados, intercambiando alojamiento por una filmación del pueblo con el inseparable dron del Jordi).
Los días iban pasando y a medida que se acercaba la fecha la web de eltiempo.es batió el record de visitas en Internet, creo que entraba como 10 o 12 veces al día para ver si la climatología nos iba a respetar y un par de días antes todas las webs de predicción climatológica del mundo así lo indicaban, iba a haber un sol radiante!.
El día indicado a hora indicada llegó (día 5 del 10 de 2018 a las 01:30) allí se presentaron El Welo Jordi i su fiel escudero Oscar (el que baja en slow motion según Jordi) una pareja “de las buenas” en todos los sentidos jajajaja (con estos es imposible aburrirte), directos al sobre y despertadores a la hora.
Riiiiiiiiiiing, riiiiiiiiiiiiiiiiiing, 7:30 del día 6, era el momento, ¡allá vamos!
Con una cara de sueño que “pa que” cargamos las bicis y nos dirigimos a Torres de Albarracín, un pequeño y bonito pueblo en plena Sierra de Albarracín que sería nuestro punto de inicio.
Allí dejamos los coches a la salida del pueblo, descargamos las bicis y comenzamos a dar pedales.
La verdad es que iba un poco nerviosete (estaba haciendo venir a 2 colegas desde más de 300Km para hacer una ruta que había dibujado sobre un mapa ?) pero los lugares que íbamos a visitar pintaban de lujo y el segundo de ellos lo había visitado unas semanas antes con mi mujer en una preciosa excursión de senderismo para segurarme que valía la pena (y tanto que lo valía). Al primero (Salto de Pero Gil) no me había atrevido a llevarla jajajaja.
Abandonamos Torres de Albarracín por el Sur y tras cruzar el rio Guadalaviar sobre un pequeño puente tomamos una pista tierra (marcada como ruta ecuestre) que virando hacia el Oeste comenzará a hacernos ascender sin descanso durante los casi 4 primeros kilómetros, tras los que tras una pequeña y rápida bajada por pista volveremos a encarar un buen desnivel durante casi 7Km más.
Esta subida se hace dura, ya que es constante y no hay apenas descansos, pero las panorámicas que vamos divisando a nuestra derecha en algunos puntos hacen que sea mucho más llevadero (por cierto, en el fondo divisamos el pequeño sendero que nos llevaría a recorrer todo el barranco excavado por el Rio Guadalaviar pero que en su extremo oriental está totalmente inundado y parece imposible de atravesar con la bici (apunto estuve de trazar la ruta por aquí y persuadirles de traer zapatos de agua en la mochila, pero con la rasquita que empieza hacer a estas alturas en Teruel… quizá hubiese sido el fin de una amistad. Lo dejaremos pendiente para hacerlo a pié en veranito, tiene que ser espectacuar).
Ya me estoy enrrollando, llevamos 3 folios y esto acaba de empezar, sigamos.
La subida por pista nos lleva al punto más alto de la ruta (1.535m) en el Km 11,3 aproximádamente. Desde aquí iniciamos un pronunciado descenso por la pista de tierra y justo 1Km más tarde en una curva muy pronunciada vemos un indicador de GR que nos “tira” literalmente al barranco y otro indicador “Salto de Pero Gil”.
(Cuenta una leyenda turolense relacionada con un escudero del Cid llamado Pero Gil, que fue sorprendido, con su amo, por los moros y para salvarlo intentó atraérselos lanzando su caballo al galope, encontrando su paso cortado por el Barrancohondo del Guadalaviar, que salvó de un prodigioso salto, no sin que las patas traseras del corcel quedasen marcadas en la roca, en el sitio que se llama por las gentes «Salto de Pero Gil»).
Pensamos si seguir por la pista o bajar por el GR y por supuesto jajaja, decidimos bajar por el GR que era el camino dibujado (ahora viendo el mapa veo que hicimos bien, ya que la pista parece terminar en un punto muerto).
El sendero es bastante técnico y presenta una gran pendiente y llega un punto en el que al ver a Oscar lanzarse como un poseso gritando por una zona rocosa pienso “adiós!, aquí acaba la ruta”, pero no, salva la zona como un campeón.
Jordi para, mira, medita unos segundos y se lanza tras el.
Yo paro, miro, medito unos segundos …. y me hago caca en los pantalones, bajo de la bici y salvo ese tramo a pie.
Durante la subida habíamos disfrutado de algunas panorámicas preciosas pero ahora estamos los 3 con la boca abierta “waaaaw” ante nosotros, allá abajo tenemos el barranco del rio Guadalaviar y frente a nosotros el barranco dibuja un profundo y precioso surco entre el bosque.
Seguimos bajando el primer tramo de sendero rocoso sobre la bici, pero al final la pronunciadísima pendiente con piedrecilla suelta sobre la roca lo hace imposible de ciclar (a menos que te quieras jugar el pescuezo seriamente), así que descabalgamos y tras andar unos metros salvamos unos últimos escalones de piedra pasándonos las bicis unos a otros, llegamos abajo, giramos nuestras cabezas a la derecha y…. ESTAMOS ANTE DEL COÑO DE LA BERNARDA! (o lo que toponímica y correctamente se conoce como El Salto de Pero Gil).
Nos quedamos mirando la abertura en la roca, es magnífica y oyes como te dice “entraaaaaaaaa….”, así que inmediatamente nos disponemos a acceder. La entrada se encuentra ligeramente inundada, el agua nos llega hasta mitad espinillas no hay más remedio que mojarse (ahora estoy seguro de que hemos hecho bien en no intentar cruzar todo el barranco desde la zona inundada que te obliga a vadearlo con el agua hasta el pecho – hasta el cuello si tienes mi estatura – jajaja), esta fría de cojo***es.
Pasamos la entrada con los pies a remojo, montamos sobre la bici y comenzamos a pedalear unos tramos y a caminar otros (el suelo es el típico del fondo de un barranco, con algunas zonas cubiertas por cantos rodados que según su tamaño te obligan a descabalgar), pero da igual , aquí no importa ir sobre la bici, debajo de ella o andando, aquí lo que importa es abrir bien los ojos y grabar en tu memoria lo que estás viendo porque es …. PRE-CIO-SO!
Seguimos pedaleando por el interior disfrutando de las enormes paredes que nos rodean y conforman la espectacular garganta. Aproximádamente 1Km más tarde, el firme se torna in-ciclable por el tamaño de los cantos rodados y las piedras y decidimos volver (no sin quedarnos con las ganas de seguir adelante) sobre todo por la hora que se nos estaba haciendo.
Deshacemos el camino por el interior del barranco, volvemos a remojarnos los pies en la entrada y comenzamos a pedalear en dirección a Villar del Cobo por el PR TE 1 en que coincide en gran parte con el lecho seco del rio Guadalaviar y de vez en cuando lo va dejando a uno u otro lado para circular entre el bosque encajado entre las paredes del cañón.
Este tramo de unos 5Km, aunque parezca mentira por su escaso desnivel ,se hace duro ya que cuando circulas por el lecho del rio las gravas hacen que tu bici parezca que rueda por arena y cuando el sendero nos saca al exterior encontramos gran cantidad de árboles caídos así que no hay descanso aunque vayas llaneando.
Poco a poco el barranco se va abriendo, el sol comienza a calentarnos y aprovechamos para parar a descansar, comernos el mega-bocata que nos había preparado “La Antonia” (mi suegra) y dejar secar un poco nuestros zapatos.
Empezamos a comer y oigo “¡Jod** qué bueno está este bocata!”, jajaja la leyenda de la tortilla de patata de la Antonia crece (la verdad que está buenísima, esas patatas cultivadas en su huerto con esos huevos de sus propias gallinas son insuperables).
Terminamos el bocadillo y ya algo recuperados seguimos ruta por el interior del barranco hasta llegar a las inmediaciones de Villar del Cobo, donde daremos un giro de 90º para tomar un sendero que en dirección Sur nos lleva por el Barranco de las Casas de Frías.
Es un sendero algo estropeado que en su día debió de ser precioso y aunque se puede ciclar casi en su totalidad si que te obliga en algún momento a poner pie a tierra y a algún pequeño porteo.
Un fuerte repechón nos sube junto a una pequeña pared que antiguamente debió conformar una pequeña presa para recoger las aguas del barranco y seguimos ascendiendo sin descanso hasta llegar a una pista de tierra que en unos 2 Km nos sacará a una pequeña carretera asfaltada.
Aquí Jordi inmediatamente se ve afectado por su alergia al asfalto jajajaja, pero parece que no hay otra opción y son tan solo unos 900m los que tenemos que recorrer por asfalto antes de tomar de nuevo una pista de tierra que nos dejará unos 3Km más tarde en nuestro siguiente “punto de interés”: La sima de Frías de Albarracín.
Es una sima impresionante, de unos 80m de diámetro y unos 60 de profundidad rodeada por una senda y una valla de madera.
Aquí Jordi saca su pajarraco (no penséis mal, se trata de un dron que siempre lleva en la mochila) y aprovechamos para descansar mientras hace unas tomas que damos por sentado quedarán espectaculares. (Oscar aquí creo que hasta da una cabezadita y todo, parece que el cansancio comienza a hacerle mella jajaja).
Miro el reloj, son las 14:00 y veo que no vamos muy bien de tiempo, la idea era comer en Calomarde pero todavía nos falta llegar y cruzar el Cañón del Rio Blanco y eso puede suponer un par de horas como mínimo seguro. Nos preguntamos y ninguno tiene hambre (es lo que tiene comerse un bocata de “La Antonia”), tienes combustible para horas y horas jajajaja, así que decidimos seguir ruta, desviarnos ligeramente y entrar a Frias de Albarracín y tomar allí unas cervezas y unos cacahuetes para refrescarnos.
Descansamos un poquito deshacemos unos metros y tomamos el camino que nos internará en el Cañón del Rio Blanco.
Primero es una agradable y estrecha pista que poco a poco se va estrechando hasta llegar a la Fuente del Berro, una pequeña área recreativa con merenderos y una zona para asar.
Desde aquí el sendero nos lleva El Molino de las Pisadas y la Tejería (dos construcciones en ruinas) y desde este punto es donde comienza un tramo realmente precioso del que vamos a disfrutar a lo grande.
Un estrecho sendero nos va a llevar rápido entre un denso pinar junto al rio. Se cicla rápido y es muy divertido, solo hay que tener precaución y evitar que el manillar golpee algunos de los árboles entre los que pasas velozmente (en ese caso, el tastarrazo está asegurado), superamos algunos pequeños obstáculos rocosos y seguimos pedaleando, disfrutando del sendero junto al rio hasta llegar a las primeras pasarelas de metal.
Aquí oigo el primer “como mola!” de Oscar, jajaja, la cosa se pone bonita… y no se imagina lo que nos queda por delante.
Intentamos pasar las pasaraelas montando, pero es complicado, ya que por lo visto “el ingeniero” las hizo a mala leche, en muchos puntos tienen casi la anchura justa de nuestros manillares y los pasamanos de cadena la altura exacta así que es muy fácil (a menos que seas Danny McAskill) tocar con ellos y darte un castañazo.
Vamos combinando tramos de pasarelas con tramos de senda disfrutando cada metro del camino, la verdad es que es precioso y el sendero se va encajando más y más entre las paredes de roca.
Cruzamos un par de veces más sobre el rio por más pasarelas y llegamos a un punto en el que tras cruzar el barranco sobre una larga pasarela el sendero se estrecha sobremanera a mitad del acantilado, apareciendo unos pasamanos de cadena para la seguridad de los usuarios.
Vamos pedalando por el estrecho camino y oigo a mis espaladas como algunos senderistas sorprendidos comentan algo sobre unos “ciclistas locos” pero estoy tan centrado en mantener el equilibro y rezando todo lo que se que no escucho realmente lo que dicen jajajaa.
Superamos este tramo sobre la bici vivitos y coleando y llegamos a una nueva escalera de metal que nos ayuda a descender de nuevo al sendero “sobre suelo firme” junto al rio.
Continuamos pedaleando, bajamos andando un gran desnivel equipado con escalones de madera y pasamanos, cruzamos de nuevo el rio por otra pasarela metálica, subimos unas escaleras empinadísimas y de nuevo un tramo espectacular de sendero que desemboca en el “Puente de la Toba”, seguramente uno de los puntos más bonitos de la ruta en la que mediante una pasarela pasaremos sobre el rio bajo un puente de roca natural a modo de “cueva”.
Oigo como Jordi y Oscar están disfrutando “waw, que pasada, que xulada, precioso….” (uff, parece que no van a retirarme su amistad), acabamos de atravesar este tramo y de nuevo el sendero vuelve a ser totalmente ciclable.
Volvemos a pedalear rápidamente entre los árboles junto al rio, siempre encajonados en la garganta de roca, pasando por algunos puntos realmente bonitos hasta que por fin empieza abrirse ligeramente, atravesamos el rio junto a unas piedras puestas para que los senderistas no se remojen los pies y llegamos al final del cañón pasando junto a la Presa de los Ahogados (vallada) donde un pequeño panel de cerámica recuerda los dos fallecidos y también a la yegüa que se salvó tras una riada y algo más tarde junto al Moricacho, un saliente rocoso imponente con un gran orificio que lo atraviesa de lado a lado.
Jordi hace su segundo vuelo-dron, volvemos a descansar un poquito y seguimos camino.
Ha sido espectacular!
Salimos a la carretera, y en unos cientos de metros llegamos a Calomarde, son las 16:00, nos preguntamos y ninguno tenemos hambre todavía, como dice Jordi “es la primera vez en mi vida que con solo un bocata en la panza soy capaz de pasar todo el día encima de una bicicleta” (si es que los bocatas de “La Antonia” son mucho bocata jajajaja).
Así que continuamos camino, Oscar va un poco tocadillo (la ruta se está haciendo dura) pero me parece recordar que según el perfil del track solo queda un pequeño repechón, ¿verdad Oscar? (bueno, puede que no fuese tan pequeño, pero eso no se le dice a alguien que empieza a estar cansado jejeje y además tenemos una cocacola para compartir entre 3, estamos salvados!.).
Tras dejar Calomarde atrás tomamos una pista que nos ira ascendiendo para supera este pequeño repechón de unos 3Km que reamente se hace duro cuando ya llevas unas cuantas horas sentado sobre la bici, casi llegando arriba descubro que en el GPS se ve una senda dibujada que nos permita acortar un poco el camino y además es senda, que siempre son mucho más divertidas que las pistas, así que decidimos dejar la pista y dejarnos caer por el sendero.
La senda tal y como os contaba estaba dibujada en el mapa porque lo que es en el suelo jajajajaja, allí no hay nada (es lo que tiene la cartografía de Teruel, me pasa infinidad de veces, las sendas están en la cartografía pero cuando llegas allí muchas ya están tan cerradas que prácticamente se han perdido).
Comenzamos a dejarnos caer “campo a través” y sí que van apareciendo atisbos de senda que poco después vuelve a perderse pero podemos ir avanzando y dejándonos caer y la verdad que se convierte en un tramo divertidillo, hemos hecho bien de tomar esta camino improvisado :D.
Unos 700m, más tarde la senda desemboca en la pista por la que tendríamos que haber venido y seguimos el camino planeado.
Le digo a Oscar que esto ya está, que el gps indica que “solo nos queda un repechoncito” y su cara hace que me calle de inmediato ? jajajaja.
Superamos el repechoncito (esta vez si que era pequeñin) y por la izquierda de nuestra pista tomamos un sendero que me había indicado un amigo de la zona (José Luís) cuando le consulte mientras diseñaba la ruta (gracias!).
Al principio parece estar demasiado roto, pero tras unos metros , la cosa mejora y nos dejamos caer disfrutando por última vez, aproximadamente durante 1Km, hasta desembocar de nuevo en la pista que en poco más de otro kilómetro nos deja en el punto de inicio y fin de esta magnífica ruta.
Gracias a Jordi y a Oscar por su compañía y buen rollo. Esta es una de esas rutas que dado el componente de “aventura” que contienen siempre es de agradecer el hacer en buena compañía.
Ruton!
Riders: Jordi D., Oscar, Gabi
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Hola Gabi.
No conocía el Salto de Pero Gil, ni la sima de Frias de Albarracín y como tengo pendiente para hacer con los chicos el cañón del río Blanco, ya tengo escusa para acercarme a la sierra de Albarracín, eso si a pie, que en bici todavía me queda algo de conocimiento 🙂
Gracias por descubrir estos parajes.
Salud, montaña y btt!
Jajajaja. Te encantará Edudardo, El Salto de Pero Gil es espectacular (Para ir andando tienes varias opciones, una mojándote (para verano) y otra en seco desde las inmediaciones de Villar del Cobo (donde puedes dejar el coche).
Para el Cañon del Rio Blanco, saliendo de Calomarde no hay pérdida y es precioso!